Pesada y constante se posa la mañana en medio de la casi oscuridad, acompañada de la espesa neblina rosando el suelo. Las ramas y hojas inmóviles se dejan abrazar por el frío. Las gotas, causa de la humedad, se deslizan por éstas con gracia hasta vérseles caer; sólidas y frágiles a la vez. Se les ve romper junto a mis pies desnudos, ahogados en el espeso humo del cigarrillo a medio terminar.
Un suave bamboleo de mi cuerpo postrado en el suelo, delata la melodía que pudiese estar cruzando mi cabeza. Momento para pensar y dejar que esas ilógicas imágenes tomen forma y pase a otra dimensión.
Madrugadoras aves emprenden vuelo y cantan de manera incesante, dándome aviso que el sol está por dominar el cielo, momento de desaparecer bajo las sábanas.
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